El ayuntamiento de Múnich saltó a los medios cuando hace una década decidió migrar su infraestructura TI desde Windows y Office a Linux y suites ofimáticas de código abierto. Una decisión que supuso todo un espaldarazo al uso del software libre en la administración pública, por el gran número de equipos actualizados (15.000) y por la importancia de la ciudad que lo llevó a cabo.
Microsoft fue consciente del perjuicio que para sus intereses podía suponer este proyecto si tenía éxito y se convertía en ejemplo a seguir por otras administraciones y devolver Windows a Múnich se convirtió en cuestión de estado. El mismísimo CEO, Steve Ballmer, voló a Múnich antes de la aprobación del proyecto e intentó convencer al alcalde sobre la “mala decisión” que tomarían si reemplazaban el software de Microsoft con alternativas de código abierto.
No tuvo éxito y semanas después el consejo de la ciudad aprobó el proyecto LiMux y como Microsoft temía, se convirtió en un ejemplo que los defensores del software libre utilizan para mostrar las alternativas al software privativo.
Una vez finalizada la migración, la alcaldía hizo balance del proyecto calificándolo de todo un éxito en costes porque “dejar de lado a Windows y Microsoft Office había supuesto un ahorro de 11,6 millones de euros en el gasto de licencias”, además de señalar que el coste no era el único objetivo sino reducir la dependencia del software propietario, adoptando Open Document como formato estándar a utilizar para compartir y colaborar en documentos oficiales.
Objetivo devolver Windows a Múnich
Entre tanto, Microsoft trasladó su sede en Alemania a las afueras de Múnich lo que dio idea de la importancia que la compañía daba al proyecto de software libre, no ya por él mismo sino como ejemplo. Además, aseguró que el proyecto había costado 60 millones de euros, mucho más que el coste de la actualización a productos de la firma por aquellos entonces, Windows XP y Office 2013. Un extremo que negó repetidamente el ayuntamiento de la ciudad.Pasó el tiempo y las últimas elecciones municipales provocaron un cambio de alcalde en Munich. El nuevo equipo de gobierno acusó veladamente al anterior de basar el proyecto LiMux en decisiones políticas. Aseguraron que la falta de compatibilidad provocó quejas entre los funcionarios y que ni siquiera se había producido el comentado ahorro de costes. Hace unos años que se viene rumoreando la vuelta de Windows a Múnich y el pasado año un informe encargado a la consultora Accenture recomendó la vuelta a las soluciones de Microsoft.
Los otra parte acusa al alcalde de ser “amigo de Microsoft” y querer cargarse el proyecto de software libre por ese y no otro motivo, mientras que la Free Software Foundation Europe acusó a Accenture de tener intereses comunes con Microsoft a través de Avanade (una empresa de ambas que tiene como misión implementar tecnologías Microsoft) y por ello no emitir un informe imparcial que probara la conveniencia técnica o el ahorro de costes del nuevo paso a soluciones propietarias.
Y así estamos. Esta semana se debe producir la votación sobre la nueva política TI que devolvería Windows a Múnich acabando con el mayor ejemplo de uso de software libre en las administraciones públicas. Veremos. Hay mucho en juego para ambas partes.
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