El CEO de Apple, Tim Cook, ha anunciado una próxima actualización del sistema iOS 11 que permitirá a los usuarios impedir la ralentización de iPhones deshabilitando la característica que limita el rendimiento a medida que la batería envejece.
Ya conoces la situación. Un informe de Primate Labs (la compañía detrás del benchmark Geekbench) aseguró en su blog que los procesadores de los iPhones reducían su velocidad a medida que las baterías acumulaban meses de uso e iban perdiendo su capacidad original. Después que el caso saltara a los grandes medios y se acumularan las críticas en agregadores como Reddit, Apple reconoció que los iPhones se volvían más lentos con la edad, aunque negó que se tratara de algo planificado y lo enmarcó en una técnica deliberada impuesta vía software para “proteger sus componentes electrónicos” adecuándola al estado de las baterías.
La explicación no convenció a nadie. Llegaron las primeras demandas, hoy generalizadas como colectivas en Estados Unidos por fraude, enriquecimiento ilícito y publicidad engañosa al limitar “intencionadamente” el rendimiento con el objetivo de “inducir” al usuario a comprar un modelo nuevo. La fiscalía francesa también ha abierto una causa contra Apple por este motivo tras la denuncia de una asociación francesa de consumidores.
El caso se enmarca dentro de la “obsolescencia programada” o planificada. Una técnica que se extiende por toda la industria y que además de ilegal e inmoral provoca un gravísimo problema de basura electrónica y tratamiento de residuos. El planteamiento es simple: Cuando se cumple un determinado plazo, el equipo cae en desuso al mostrar un rendimiento insuficiente en comparación con los modelos actuales o lo que es peor, el equipo se avería y el gran coste de la reparación o la imposibilidad de hacerlo, obliga a comprar uno nuevo. En definitiva, el producto electrónico queda obsoleto, no funcional, inútil o inservible en un tiempo determinado por el fabricante. El objetivo no es otro que vender nuevos modelos y seguir la cadena.
Apple perdió hace unos años un juicio contra los consumidores en Estados Unidos porque se llegó a demostrar que la batería del reproductor multimedia iPod estaba programada para durar exactamente 18 meses. Como era de esperar, la sustitución (ya fuera de la garantía) costaba un gran porcentaje de su precio de venta.
La actualización del sistema iOS 11 para deshabilitar la ralentización de iPhones y el programa de rebaja de precios de las baterías de los terminales afectados puesto en marcha van en el camino correcto, pero Apple (y otros fabricantes) tendrán que hacer mucho más para convencernos de su voluntad para frenar el gran problema de la “obsolescencia programada” en tecnología. Sí, amigo, ningún aparato electrónico dura tanto como antes. Precisamente cuando disponemos de la capacidad tecnológica para fabricar productos de larga vida útil. ¿Crees en las casualidades?
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